Puede que durante unos instantes (horas o día) te sientas mejor, pienses que todo va viento en popa, que no tendrás más problemas. Pero en realidad nada ha cambiado, solo has cambiado tu. Has pasado de ser una persona libre y feliz a ser una persona esclava de una sociedad que te hace ser de una forma determinada. Una persona debe fijarse en los demás no por el exterior, sino por el interior. Pero lamentablemente esa idea no está muy fomentada en la sociedad. Esto explica por qué ha aumentado la cantidad de divorcios en los últimos años, porque en las ultimas dos décadas, se ha creado un estereotipo de ciudadano que le da más importancia al exterior que al interior.
Lo que yo defiendo es un tipo de vida en la que no haya prejuicios sociales, en la que a la gente se le trate mejor o peor en función de sus actos y pensamientos, y de no su físico, pues es una cosa que la gente no elige al nacer. Además este modelo de vida desemboca en el consumismo, este a su vez, desemboca en la globalización. Hay que buscar la felicidad en otras cosas, en pequeñas menudencias del día a día: en que te guste lo que haces, en estar con las personas que te quieren (tal y como eres, y no por lo que aparentas ser), en sentirte orgulloso y satisfecho de tu trabajo diario...
Pero bueno tampoco me hagáis caso del todo, puesto que cada uno debe buscar la felicidad por su cuenta y a su manera, oye y para gustos los colores. El fin último de nuestra vida es ser felices, nadie busca para sí mismo lo malo; debemos buscarla, pero con un poco de cabeza. Y por último, en el anuncio del principio, todas las mujeres que salen están o comprando o con los niños o sacando al perro, una visión un poco machista ¿no? Ahí lo dejo.
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