martes, 23 de julio de 2013

En el tren de cercanías

Son las siete de la tarde y a pesar de estar a finales de Julio necesito abrocharme la sudadera. El cielo está nublado y con frecuencia puedo encontrar en el cielo relámpagos como si fuesen los flashes de mi peña. Me encuentro en la estación nueva de tren de Calamocha y mi viaje comienza con diez minutos de retraso. A lo lejos veo que el cercanías que realiza la ruta Zaragoza-Teruel-Valencia va avanzando como una culebra en un herbazal.
Para y apenas se bajan cinco personas mientras otras siete suben. En el vagón no hay mucha gente, aunque hay más de la que me esperaba. Somos trece, de los cuales tres paramos en Teruel, un par van a Segorbe y el resto se apearán en Valencia. El viaje se pasa rápido gracias a la compañía que me hace un buen libro. Los rayos rayos y el constante traqueteo parecen algo que viniese con el propio viaje.
Me fijo en que la mayor parte de los viajeros son turistas; unos son japoneses y otros centro-europeos.¿Qué harán aquí? Cuando la voz grabada de una mujer indica que llegamos a Teruel cojo mi equipaje, con el llanto de un niño y como música de fondo, desembarco en la estación de Teruel para comenzar una nueva aventura.

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